LA VENTANA DEL SANCA
PERIODICO ESCOLAR VIRTUAL
Entrevistas
¡Gracias Susana!
El Arte es un vicio
Visitamos a Susana Colombo, quien luego de su jubilación en 2013, está más activa que nunca. Tiene su propio taller, asiste a otro y, por sobre todo, continúa creando constantemente.
Es un día cálido y, como no teníamos clases, aprovechamos para visitar a Susana Colombo, exprofesora de Plástica del SanCa. Nos recibió con una sonrisa, nos ofreció algo para tomar y nos mostró parte de su taller, que está ubicado en la casa donde ella creció los primeros once años de su vida, y ahora es su lugar en el mundo para dedicarse a lo que le apasiona: el arte. Sentados alrededor de su mesa de trabajo, comenzamos esta hermosa charla.
- ¿Cómo te decidiste a comenzar en la docencia?
- Raro, circunstancial, porque en realidad yo estudié Arte y Arquitectura. Me ofrecieron dar clases en Primaria y ahí empecé con la docencia. Yo elegí ser dirigente scout y eso, indirectamente, es parte de la docencia, y cuando me propusieron para esas horas yo ya tenía experiencia de trabajar con chicos, salir de campamento y estar los fines de semana con chicos a cargo. Después trabajé en la preceptoria, otra experiencia. Y cuando me ofrecieron las horas, con mucho miedo acepté, arranqué y me ofrecieron otras horas, y se ve que tan mal no me fue porque seguí casi treinta y cuatro años.
Raro, no elegí docencia pero trabajé toda mi vida en la docencia.
- Parece que la docencia te eligió a vos.
- Yo creo que sí, porque en realidad cuando yo estaba en 7º tenía que elegir si quería hacer Magisterio o Comercial y no elegí ninguno de los dos. Mis padres me ofrecieron ir al Fader, que era una escuela de arte y ahí arranqué con el arte a full. Cuando salí de ahí, podía continuar con Bellas Artes, pero había que esperar dos años, así que empecé Arquitectura que también me gustaba y me recibí de arquitecta. Así que como vos dijiste, todo me eligió a mi.
- ¿Qué es lo que más extrañás del Sanca?
- La gente. Los alumnos y la relación con la gente, eso es lo que creo que más uno extraña. No extraño los papeles, las planillas, no extraño el poner las notas (Risas) que era un castigo para mí. Pero sí extraño la gente, yo lo dije cuando me fui, en San Cayetano, pasé toda mi vida. Cuando entré era soltera, me casé estando en San Cayetano, me recibí, nacieron mis cuatro hijos, fallecieron mis papás y nació mi nieta. Mi vida pasó estando en San Cayetano. La verdad que mucho compañerismo, mucha compasión, es una familia, y no me fui también por eso. Tuve la suerte de trabajar en los tres niveles, y compartí con mucha gente. Realmente siempre sentí que era una familia, una gran familia. La gente muy cálida, desde Palmira, Don Domingo, de ahí pasando por todas las áreas. Siempre me dejaron hacer las locuras que se me ocurrieron, pintar las aulas, las mesas, el mural de jardín, no tengo nada más que decir que gracias por esa confianza. Yo la tuve y eso nunca se olvida.
- ¿Qué se sintió llevar adelante el taller de cerámica?
- Al principio terror, porque honestamente no sabía nada y tuve que aprender. Como todo en la vida, hay que dar el paso, aprender y no tener vergüenza de decir: esto no lo sé del todo. Como siempre, los alumnos cumplen, apoyan y acompañan al docente. Y a mí me acompañaron, tuve un grupo que eran las más grandes que me enseñaron y aprendí. Después quise dar un salto más, ya ahí pensé en hacer más cosas que pudieran salir a la calle y estar en competencia con artesanos, ya que yo daba también Actividades Prácticas y les enseñaba cómo hacer un proyecto. Y esto, que era una locura, también fue aceptado. Pero era muy bueno porque para lo que era Actividades Prácticas era poner un proyecto y materializarlo, y por otro lado el taller tenía que vender sus productos para autofinanciarse. Obviamente no pensé mucho, porque si pensáramos en las cosas que van a pasar, uno nunca haría nada.
- ¿Cómo fue tu primer etapa después de jubilarte?
- En realidad, seguí corriendo, porque uno inmediatamente no baja las revoluciones. Quince días después de jubilarme me iba a Calafate, así que si no salía me iba a tener que pedir una licencia (Risas). Al principio no tomé conciencia, después fueron las vacaciones, como todos los años, así que ahí todavía no se sintió. A principio de año fue el cambio importante, pero como justo me anoté en el taller, que era intensivo, fue como que seguía el ritmo. Después empecé a sentir que me distanciaba, escuchaba cuando me contaban sobre el colegio, ahí uno toma conciencia de que “uy, ya me jubilé, no me tengo que levantar, no tengo que ir”. Eso me pasaba, por ejemplo, los domingos. Decir “¿qué tengo…? No, no tengo que preparar nada para el lunes”. Al principio te descoloca, después te vas acomodando y ahora ya me ocupé toda la semana. Lo bueno es que no me desvinculé del todo porque estoy en el grupo del Sanca, y mantengo un cachito, me voy enterando de algunas cosas.
- ¿A qué te dedicás en la actualidad?
- Estoy en un montón de cosas. Como les contaba, la restauración de la casa, el taller de desgrafeado, que son dos años, el momento en el que estamos acá en mi taller y guiar a los que vienen a aprender, pero dándoles libertad. El arte es crear ¿no? Estamos en el mismo lugar, mantenemos la misma conversación, pero estamos cada uno en lo suyo. Como ya dije, las guío, las ayudo, pero no les enseño. No es que uno enseña y el otro aprende, jugamos juntos. El taller libre sigue y quiero que siga creciendo, con las puertas abiertas para todo aquel que quiera trabajar en él, compartir el espacio.
- ¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
- Hace dos años atrás empecé a proyectar el hecho de pedir la jubilación para hacer mi taller libre. Ésa fue la idea, esperaba cumplir los 57 para jubilarme, lo tenía muy claro. No porque no bancaba a los alumnos ni porque estaba en estado catástrofico, sino porque tenía realmente una necesidad de tener mis tiempos, en mi espacio, para sentarme a diseñar. Tanto en arte como en arquitectura, diseñar es muy importante y yo no tenía ese espacio, ese tiempo y llegó un momento en que los necesité y me los fui programando.
Ya estaba viendo qué otras cosas hacer porque no me jubilaba para quedarme en casa mirando la novela y tomando mates, miro la novela cuando llego a casa y tomo mates mientras trabajo (más risas). La idea era hacer algunas cosas que me quedaban pendientes, como hacer grabado, que yo hice en el colegio, pero quiero hacerlo. Igual, todo a su tiempo, por ahora estoy con el desgrafiado, y después veo, creo que paso a paso, a esta altura paso a paso.
- Para finalizar, ¿qué grandes ideas tenés para el futuro con relación a este proyecto actual?
- Que siga creciendo mi taller, que si se me presentan otros talleres, hacerlos dentro de mis posibilidades porque alimenta mi taller.
Yo creo que uno tiene que continuamente alimentarse de otras cosas, tanto nuevas como viejas que no se están haciendo. Siempre tuve un bombardeo de talleres porque lo que me enseñó el Fader es eso, mi título secundario es el de Técnica artesana, pero tiene esto del artesano que trabaja con un montón de materiales. Y quiero crecer en eso y mostrar en el taller la variedad de materiales y de técnicas con las que se pueden trabajar, no me importa si está de moda o no, no me importa tener un taller para hacer plata, estoy en otra etapa de la vida. Yo ya trabjé, ahora estoy en un taller mío para gratificarme y poder gratificar a los demás. Quisiera armar un proyectito solidario paralelo, en donde parte de las cosas que se hicieran se pudieran donar a un hogar de chicos, de ancianos, a un hospital, donde sea. A lo mejor reciclar juguetes con la gente que quiera colaborar. Eso es algo que lo tengo ahí porque en realidad mi otro proyecto era hacer libros infantiles, parte venderlos y parte donarlos, no lo pude encarar todavía, tengo las telas, tengo la diseñadora de imagen (sonríe y señala a Belén Echeverría, la profesora de Plástica que también nos acompañó). Hace un año que me jubilé y son muchas las cosas que movilicé (risas).
Tengo dos habitaciones llenas de cosas para reciclar, así que si a alguien se le ocurre algo sobre un proyecto solidario, en el que pueda participar, estaría bueno. Nunca cierro las puertas. Y eso se lo debo, en parte al scoutismo, porque yo hice una promesa de respetar determinadas leyes y mantener una conducta, de tratar de ser uno como es. El scoutismo lo llevo adentro, uno sigue siendo scout por siempre. Siempre llevé la educación por encima de todo y, gracias a Dios lo pude hacer desde lo que me gustaba que es el arte. Y espero que esa llamita de la creatividad no se apague nunca y nunca me la desenchufen.
Ojalá que pueda seguir hasta cuando sea con algo creativo en mis manos, en mi cerebro, dentro mío. Siempre le digo a todo el mundo que hay que vivir de proyectos, alcanzarlos, realizarlos y proponerte otra cosa, sino uno no camina. La vida es para conquistarla, hay que salir a buscarla.
Brenda Gentilezza – Fernando Suárez
4º BOD




