Noches de tormento,

pena y desconsuelo

en mi alma que ignora mi vida y mi alegría.

 

Ojitos con diamantes

desaparecen en la profundidad

de un paisaje cubierto de zafiros.

 

Tu coraza de bondad

se vio quebrada por las falacias

de quien hoy ofrece su corazón

anhelando el perdón.

 

Busqué abrazarte,

confesar mis errores,

pero fue demasiado tarde.

 

Nunca hallé el modo de decir lo que sentía,

ni pude aliviar aquello que tanto nos hería.

 

Te convertiste en la luz pura

que apacigua mi camino.

Opacos los ojitos con diamantes,

anoche en lo alto brillaste.

 

Maricel Osa